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InsightsEn defensa de la sostenibilidad de los niveles de deuda en el África subsahariana
Por qué el camino hacia la sostenibilidad de los niveles de deuda en África es más complejo —y más esperanzador— de lo que algunos podrían pensar.
Author
Leo Morawiecki
Associate Investment Specialist, Fixed Income, Aberdeen
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Duración: 4 Mins
Date: 11 sept 2025
Los niveles de deuda en el África subsahariana vuelven a aumentar. Entre 2022 y 2024, crecieron un 7 % en términos reales.
La preocupación va en aumento entre los observadores del mercado, los inversores y las organizaciones no gubernamentales. Como advirtió recientemente el secretario general de la ONU, António Guterres, «muchos países africanos gastan ahora más en el pago de la deuda que en la atención sanitaria».
Panorama general
Si bien la advertencia de la ONU es válida, la creencia de que los países considerados «en alto riesgo de sobreendeudamiento» están destinados a sufrir una crisis de liquidez o solvencia no siempre es cierta, incluso en el caso de los que han emitido eurobonos. En los últimos años, varios emisores, entre ellos Angola, Nigeria y Costa de Marfil, han logrado reducir con éxito la carga de su deuda externa. Instrumentos innovadores como los canjes de deuda por desarrollo, que permiten cambiar deuda comercial cara por deuda concesional más barata, están ganando terreno. En Costa de Marfil, una de estas operaciones, respaldada por el Banco Mundial, creó un margen fiscal para un gasto adicional de 330 millones de euros en educación primaria durante los próximos cinco años.
El petróleo, en el momento justo
Las reducciones de la deuda tienden a producirse durante períodos de crecimiento real positivo, consolidación fiscal y caída de la inflación. Angola es un buen ejemplo de ello, donde los precios mundiales del petróleo y los niveles de producción nacional son importantes, ya que casi el 75 % de los ingresos del Gobierno proceden del sector de los hidrocarburos. En 2021, el ratio deuda/PIB del país se situaba en el 119 %. A finales de 2024, era del 70 %, y las cifras recientes muestran un nuevo descenso hasta el 58 %.
Después de 2022, el resurgimiento de los precios del petróleo contribuyó a sostener el déficit por cuenta corriente. El posterior fortalecimiento del kwacha angoleño también fue una bendición, ya que alrededor del 80% de la deuda del país está denominada en moneda extranjera. Las medidas políticas proactivas, como el aumento de los precios del gasóleo para mitigar el impacto de las subvenciones mal orientadas, también han tenido un efecto positivo. Según el Fondo Monetario Internacional, el Gobierno dispone ahora de 3.000 millones de dólares adicionales para invertir en educación y salud. Esta financiación es fundamental en un país donde la desigualdad de ingresos se encuentra entre las más altas de África.
Angola aún no está fuera de peligro. Gran parte de la deuda que tiene con China, su mayor acreedor, está respaldada por el petróleo. Sin embargo, el país ha estado pagando activamente esta deuda en un contexto de altos precios del petróleo. En 2024, Angola fue uno de los pocos países africanos que registró un superávit por cuenta corriente, con un déficit presupuestario de solo el 1 %. No es poca cosa.
Lecciones de Zambia
Mientras la ministra de Finanzas, Vera Daves, conducía a Angola hacia un terreno más firme, Zambia eligió el camino más fácil. En el período previo a las elecciones de 2020, el Gobierno siguió gastando libremente en proyectos de infraestructura, incluida la central hidroeléctrica de Batoka Gorge. El resultado: Zambia incumplió sus obligaciones de deuda, lo que limitó gravemente el acceso a la financiación externa.
Deuda en dificultades
África no es inmune a las dificultades de la deuda. Tomemos el ejemplo de Senegal. Tras la victoria electoral del presidente Faye en abril de 2024, una auditoría oficial de las cuentas públicas de la administración anterior descubrió más de 7.000 millones de dólares en deuda oculta. Desde entonces, el ratio deuda/PIB del país se ha disparado hasta alrededor del 120%, y las necesidades brutas de financiación seguirán siendo elevadas durante los próximos años. Faye fue elegido con la promesa de abordar el coste de la vida, por lo que no es de extrañar que haya optado por no reducir las subvenciones al combustible, mal orientadas, ni recortar el gasto de capital. Pero el camino de Senegal para evitar una reestructuración de la deuda se está estrechando.
Todo está en los detalles
Nos guste o no, las preocupaciones de los tenedores de bonos rara vez ocupan un lugar destacado en la mente de los responsables políticos. Sus decisiones deben equilibrar las implicaciones políticas y sociales, con consecuencias para una amplia gama de partes interesadas, entre las que destaca el electorado, ante el que, en última instancia, deben rendir cuentas. Para formarnos una opinión más fundamentada, como tenedores de bonos debemos colaborar directamente con funcionarios gubernamentales, grupos de la sociedad civil, bancos locales, periodistas y otros acreedores clave. No podemos limitarnos a confiar en la especulación del mercado, que a menudo es engañosa.
La forma en que los futuros acreedores se unirán para resolver los casos de sobreendeudamiento es un tema de debate para otro día. Las reestructuraciones actuales son más complejas, y el tradicional Club de París ya no es el mayor grupo de acreedores. Los responsables políticos tendrán que revisar iniciativas defectuosas, como el Marco Común del G-20, para acortar los plazos de las futuras negociaciones de reestructuración. En última instancia, el camino hacia la sostenibilidad de la deuda a largo plazo en África es mucho más matizado de lo que muchos nos quieren hacer creer.
Conclusiones
El panorama de la deuda en África está evolucionando. Si bien siguen existiendo riesgos, especialmente en países como Senegal, otros, como Angola, están logrando avances significativos. Para los inversores, esto significa ir más allá de las cifras generales y comprometerse más profundamente con las partes interesadas locales. Es esencial comprender el panorama político, el papel de los actores locales y el impacto de las reformas políticas. La sostenibilidad de la deuda en África no es una historia binaria de crisis o estabilidad, sino un panorama complejo y dinámico que puede crear oportunidades para los inversores informados.