Los anuncios arancelarios del presidente estadounidense, Donald Trump, han inyectado una gran incertidumbre en las perspectivas económicas mundiales y una extrema volatilidad en los mercados financieros.

Esto es lo que sabemos hasta ahora sobre los aranceles de Trump y sus posibles implicaciones a largo plazo para invertir en un mundo que vuelve a pisar terreno desconocido:

La subida de aranceles de Estados Unidos es enorme

Calcular con precisión el tipo arancelario medio ponderado de Estados Unidos sobre el resto del mundo es como intentar dar en un blanco móvil.

Sin embargo, en el momento de escribir estas líneas (el 14 de abril), el arancel medio estadounidense se sitúa en torno al 23%, mientras que en el caso concreto de China supera el 100%. Esto supone un aumento con respecto al 3% al inicio del segundo mandato de Trump, el 20 de enero.

Se trata de niveles desconocidos desde principios del siglo XX, y más altos que los aranceles comerciales de Smoot-Hawley de 1930 que empeoraron la Gran Depresión

Escenario base

Por lo que respecta al marco de referencia de nuestras previsiones económicas, un escenario de «estado estacionario» a medio plazo podría implicar:

  • Un arancel básico del 10% y la reimposición de aproximadamente la mitad de los aranceles «recíprocos» actualmente en suspenso;
  • Un arancel del 60% a China (con represalias equivalentes);
  • Aranceles del 25% a Canadá y México, pero con exenciones debido al Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá;
  • Aranceles sectoriales del 25% para automóviles, metales, electrónica (incluidos los semiconductores) y productos farmacéuticos.

El arancel medio ponderado de EE.UU. sería de alrededor del 18% en este escenario.

Esta configuración de los aranceles se basa en la idea de que el gravamen básico es la fuente de ingresos de Trump para recortar impuestos, los aranceles a China forman parte de la desvinculación económica a largo plazo y los aranceles sectoriales tienen por objeto proteger industrias de importancia estratégica.

Otros escenarios posibles...

El aplazamiento de 90 días de los aranceles «recíprocos» podría ser sólo eso, una prórroga temporal tras la cual se restablecerán plenamente estos gravámenes.

Las represalias entre Estados Unidos y China podrían continuar. Su guerra comercial bilateral podría ampliarse e incluir la prohibición por parte de China de exportar minerales esenciales a Estados Unidos, o incluso la venta de sus bonos del Tesoro estadounidense (deuda pública).

Podría desencadenarse una guerra comercial mundial si otros países se imponen aranceles entre sí en un contexto de dumping por exceso de exportaciones al desaparecer los mercados de ultramar. Dicho esto, también existen escenarios alcistas. Es posible que Trump quede tan escarmentado por la caída del mercado de bonos del Tesoro estadounidense, el deterioro de la confianza de los consumidores y las empresas y la presión de los donantes políticos, que acabe abandonando la imposición de aranceles en favor de los recortes fiscales y la desregulación. Pero, ¿cuáles son las posibles implicaciones de toda esta incertidumbre?

Estanflación en Estados Unidos  y crecimiento negativo en otros países

El aumento de los aranceles eleva los costes y reduce la renta disponible de los consumidores estadounidenses. El descenso de los precios de las acciones y el aumento del rendimiento de los bonos endurecen las condiciones financieras. La incertidumbre hace que los consumidores y las empresas pospongan sus decisiones.

Por eso prevemos un crecimiento medio de EE.UU. del 1,3% en 2025, frente al 2,8% de 2024. Es muy probable que se produzca una recesión. Mientras tanto, esperamos una inflación del 3,2% este año, frente al 2,9% de 2024, ya que el aumento de los precios de los bienes compensará con creces la fuerte caída de los precios del petróleo y la desinflación en curso. En otras palabras, estamos ante una «estanflación» estadounidense.

Un crecimiento más débil, pero una inflación más alta crea un dilema para la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) que probablemente le impedirá realizar el número de recortes de tipos que esperan los mercados. Prevemos dos recortes este año, con una caída del tipo de los fondos federales hasta el 3% a finales de 2026. Sin embargo, los recortes de tipos serán mayores en frecuencia y tamaño en caso de recesión.

Para el resto del mundo, los aranceles suponen un impacto negativo sobre el crecimiento que también afectará a la inflación, lo que implica una mayor relajación monetaria. Hemos rebajado nuestras previsiones de crecimiento mundial al 2,7% en 2025 y 2026, por debajo de la tasa tendencial del 3% a la que podría estar creciendo el mundo, pero sin llegar a una recesión mundial.

Es más, los inversores tendrán que cuestionar algunos de sus supuestos de siempre. Este proceso de introspección puede llevar a un par de conclusiones incómodas.

Estados Unidos, menos atractivo como inversión a largo plazo

La caída de las acciones estadounidenses ha sido mayor que en otros lugares porque partían de valoraciones más elevadas. Sin embargo, esta prima no se ha deshecho del todo, y puede que tenga que hacerlo si los inversores vuelven a evaluar la capacidad de las empresas estadounidenses para generar rendimientos elevados a largo plazo.

Después de todo, los aranceles disminuyen el crecimiento económico al reducir la eficiencia, mientras que el entorno político estadounidense puede ser intrínsecamente impredecible bajo un ejecutivo enérgico y un poder legislativo y judicial más complaciente.

La subida del rendimiento de los bonos estadounidenses sugiere que los mercados están reconsiderando el estatus de activo refugio de la deuda pública estadounidense. Normalmente, los inversores acuden en masa a los bonos del Tesoro estadounidense en tiempos de incertidumbre. Pero esta vez las cosas parecen diferentes, dado el riesgo, aún improbable pero grave, de que la administración Trump haga algo realmente extremo, como despedir al presidente de la Fed, aplicar una tasa de usuario a los bonos del Tesoro o convertir forzosamente la deuda estadounidense a vencimientos más largos.

Y a medida que el capital sale de los activos estadounidenses, el valor del dólar ha disminuido. La combinación de la caída de la renta variable estadounidense, la renta fija y el dólar se parece más a una crisis soberana de los mercados emergentes que a la evolución de los precios del proveedor de los activos «más seguros» del mundo.

En nuestro último House View (véase el Gráfico), seguimos siendo moderadamente positivos en cuanto al riesgo corporativo, incluida la renta variable de los mercados desarrollados, en un horizonte a medio plazo. Sin embargo, cada vez nos decantamos más por activos europeos o chinos. Y somos neutrales respecto al dólar, que probablemente no proporcione su cobertura típica para contrarrestar los riesgos de crecimiento mundial o nuevos aumentos arancelarios.

Es improbable que las carteras 60/40 proporcionen suficiente diversificación

En el pasado, la correlación negativa entre la renta variable y la renta fija los convertía en buenos diversificadores. Esta relación constituye la base de la clásica cartera 60% renta variable: 40% renta fija. Pero esta correlación negativa no es una ley de la naturaleza.

A medida que avanzamos para un mundo con más perturbaciones de la oferta derivadas de las interrupciones de la cadena de suministro, las perturbaciones geopolíticas y el cambio climático, esta correlación se volverá cada vez más positiva, y ambas clases de activos se reflejarán mutuamente. Esto se debe a que los choques de oferta empujan el crecimiento y la inflación en direcciones opuestas e impulsarán los precios de los bonos y las acciones en la misma dirección.

Seguimos siendo positivos en duración -incluida la deuda pública mundial- porque aún puede proteger contra el escenario de recesión a la baja en el que los bancos centrales realizarán recortes significativos de los tipos de interés.

Pero también hemos añadido una serie de mercados privados a nuestra revisión trimestral. El sector inmobiliario mundial se enfrenta a riesgos derivados de las perspectivas económicas, la fijación de precios en algunos segmentos del crédito privado puede estar al límite y las infraestructuras mundiales podrían resultar menos atractivas para el capital privado si los gobiernos construyen más por su cuenta. Sin embargo, lo que estos activos del mercado privado pueden añadir a una cartera es una menor exposición al ciclo económico y una mayor diversificación.

Chart: Aberdeen House View

Fuente: Aberdeen, Abril 2025